Las nuevas empresas
Después de llevar un año o dos dedicados a una nueva empresa, los resultados pueden ser desalentadores.
En ese momento, es bueno que revisemos las preguntas que le dieron forma a esa empresa: «¿En qué soy bueno? ¿Qué es lo que realmente quiero hacer, y creo que debo hacer? ¿En qué estoy dispuesto a pasar años, tal vez incluso el resto de mi vida?»
O bien, presentado desde el punto de vista de la fe: «¿Cómo puedo servir mejor a los demás con las capacidades y las oportunidades existentes, sabiendo que aquello que hago es voluntad de Dios y satisface una necesidad humana?»
Yendo a mayor profundidad: «¿Estoy usando lo que Dios me ha dado para llevar a cabo sus propósitos? ¿Tengo una relación con Él que me permita saber que es Él mismo quien me está guiando? ¿Lo estoy obedeciendo en todos los aspectos de mi vida, o al menos tratando de obedecerlo, para poder saber que me encuentro en una relación real con Él?»
Para darle forma a una nueva empresa, debemos responder estas preguntas en ambiente de oración. Cuando seguimos adelante y tenemos éxitos, nos tropezamos con reveses e inevitablemente nos preguntamos si estamos avanzando realmente.
En esos momentos, nos debemos resistir a establecer comparaciones. Peter Drucker, experto en cuestiones de gerencia, hace esta observación: «Lo nuevo siempre nos parece muy pequeño, muy pobre, poco prometedor, comparado con el tamaño y el rendimiento de la madurez».
El llamado de Dios es un punto de referencia mejor. Nos puede parecer que una nueva empresa carece de éxito, pero si hemos discernido una dirección clara, podremos persistir con paciencia y esperanza (Isaías 42:9; 43:18–19; Marcos 4:30–32).
Aunque un estallido inicial de entusiasmo se pueda desvanecer, la fe nos seguirá llevando adelante.
Citas (por orden de aparición) de Peter Drucker, The Essential Drucker (p. 156f., en español, «Enseñanzas de Peter Drucker»), Tim Keller, Every Good Endeavor (p. 67), Eric Metaxas en un ensayo acerca de William Wilberforce en Seven Men (en español, «Siete hombres») y The Essential Drucker (p. 137).