La evaluación

Para bien o para mal, su iglesia es evaluada todos los domingos. De vuelta a casa, siempre alguien pregunta: “¿Qué le pareció el sermón?”, o bien, “¿Qué tal estuvo la iglesia de los niños?”

Puesto que las evaluaciones se hacen ya de una manera espontánea, la Iglesia de Refton (Pa.) decidió iniciar una evaluación anual de toda la iglesia de manera que toda la congregación se pudiera beneficiar con ella.

Los líderes de la iglesia desarrollaron criterios para esas mediciones. Replantearon su propósito y su visión. Para medir la participación en la comunidad, describieron a la iglesia en comparación con la comunidad que la rodea, haciendo notar los parecidos, las diferencias y los puntos de conexión.

Como siguiente paso, los líderes de la iglesia crearon una hoja de trabajo para ayudar a los equipos de todos los ministerios a reflexionar en su entrenamiento de los voluntarios, su alineamiento con la visión, sus iniciativas en el esfuerzo de alcance y sus metas. Con el cuidado de no desanimar a los voluntarios, los líderes de los equipos deberán llenar la hoja de trabajo anualmente.

Una vez recibidas y puestas en orden las respuestas de los equipos, y con las tres herramientas de medición en mente, la junta de gobierno usa una simple medida numérica para evaluar hasta qué punto cada ministerio es esencial y eficiente. Los ministerios que obtengan la puntuación más baja, recibirán un escrutinio más estrecho. ¿Se debería eliminar gradualmente este ministerio? ¿Modificar sus dimensiones? ¿Darle nueva forma?

Con este proceso anual, la iglesia BIC de Refton busca establecer metas, alinear esfuerzos, cuidar bien de los voluntarios y enfocar su testimonio y su servicio para una salud y una misión óptimas.

En Efesios 6:5–8 y Colosenses 3:23–24, el apóstol Pablo nos enseña a realizar bien nuestra obra. Para que le podamos ofrecer a Dios lo mejor de nosotros, es útil que encontremos una manera alentadora y viable para que nuestra iglesia se pregunte con regularidad: “¿Qué tal nos va?”