Fortaleza, corazón e ingenio
En la narración épica de J. R. R. Tolkien llamada El Señor de los Anillos (Booket, 2012), los reinos de la Tierra Media se hallan bajo la amenaza del, Señor Oscuro Sauron. Un anillo fabricado en una era anterior como el arma de mayor eficacia en su arsenal, evade a Sauron, y puede destruir su dominio sobre la Tierra Media.
Para contrarrestar esta siniestra amenaza, se reúne en consejo una compañía de aliados muy diversos. Estos deciden que es necesario destruir el anillo lanzándolo a las llamas del Monte del Destino, donde había sido fabricado. Se escoge un grupo de nueve compañeros de viaje: un enano, un duende, dos hombres, un mago y cuatro hobbits. Con una evidente indiferencia por el valor de otros miembros del grupo, se elige a Frodo, un hobbit, como portador del anillo.
Frodo le pregunta lastimeramente a Gandalf, quien simboliza a Cristo en la narración: «¿Por qué me escogieron a mí?» El mago le contesta: «Esa clase de preguntas no se puede responder. Puedes estar seguro de que no fue por algún mérito que los otros no posean; de todas maneras, no fue por tu poder o por tu sabiduría. Pero se te ha escogido y, por tanto, debes usar la fortaleza, el corazón y el ingenio que tienes».
En un grupo de seguidores de Cristo, se nombra a los pastores para que desempeñen un papel clave: Portadores de la Palabra para la comunidad. No son perfectos. Es posible que no sean los más dotados ni los más maduros dentro de la compañía de los creyentes. Con todo, los pastores han sido escogidos y, siguiendo un tema que aparece una y otra vez en la Biblia, deben usar «la fortaleza, el corazón y el ingenio» que se les han dado para que desempeñen un papel esencial dentro del cuerpo de Cristo (Éxodo 4:10-12; Jeremías 1:6-8; 2 Timoteo 1:6-7).